Los niños y niñas de Cativos Conxo comenzaron el curso con unas ganas tremendas de aprovechar sus huertos con encanto y se dedicaron a plantar lechugas y calabazas en los pequeños invernaderos del patio.
El problema surgió cuando ya bien entrado el otoño todas estas plantas empezaron a encontrarse sin espacio para continuar desarrollándose. Como solución, decidieron construir un improvisado invernadero aprovechando un cajón construido con tablas de palés.
Para conseguirlo se hicieron con plástico transparente y, después de transplantar sus lechugas, cubrieron el cajón utilizando cinta adhesiva para asegurarse de que el techo se mantenía tenso. A continuación lo aseguraron con unas rejillas para protegerlo todo del viento y de la visita inesperada de algún gato curioso.
Ahora, el cole de Conxo tiene deliciosas lechuguitas por todas partes que los peques están desando probar en los menús del comedor, por supuesto, ¡sin protestar!
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