Mi experiencia la he vivido con una amiga.
Ese día nos levantamos bastante temprano para poder aprovechar la luz solar y hacer algo productivo.
Desayunamos cereales sin leche, ya que no podíamos calentarla. Más tarde, después de hacer la cama, de recoger la habitación… etc. salimos de casa. Y claro, tuvimos que bajar por las escaleras, bueno, bajar no cuesta mucho, pero ya nos estábamos temiendo lo que nos esperaría al volver. Después de salir a dar un paseo, nos volvimos a casa. Comimos un bocadillo y al acabar jugamos a todo tipo de juegos de mesa, desde el monopoli hasta el parchis… Sobre todo, hablábamos mucho de todo,…
Iba pasando el tiempo y nosotras en el salón, con la televisión delante y sin poder encenderla; con el ordenador en la habitación y sin tocarlo, y lo que es peor, con la calefacción apagada. ¡Menos mal que teníamos mantas!, porque si no nos hubiéramos congelado. Pasaban las horas y la luz del sol se iba. Decidimos coger unas velas, que habíamos comprado días atrás, y antes de quedarnos a oscuras las encendimos y las pusimos por toda la casa…
Llegó la hora de cenar y tomamos una pieza de fruta, ya que habíamos comido muy mal durante todo el día (galletas, chocolatinas, gominolas…y demás). Antes de irnos a dormir leímos una revista y a las 11:00 nos fuimos a la cama, porque ya no sabíamos que hacer. ¡Estábamos muy aburridas!
Me he dado cuenta de lo importante que es la electricidad, porque ese día, a pesar de taparnos con mantas, pasé frío; porque me aburrí mucho, porque no pude ver la tele ni encender el ordenador, tampoco pude comer nada caliente, ni pude llamar a nadie…y en fin, utilizamos la electricidad para casi todo y no somos conscientes de lo importante que es, puesto nunca nos hemos encontrado sin ella. La verdad es que ha sido un día en el que me ha dado tiempo a hacer muchas otras cosas diferentes,… y pensándolo bien, no ha estado tan mal.